Azoro

Azoro
Igual los libros que las coladeras...

lunes, 16 de julio de 2007

Hoy

Ahora, entrado en madrugada y nostalgias, tuve un horrendo deseo de iniciar una revisión de mis pasos. No logré detenerme, y decidí ahondar en amores antiguos; en corazonadas erradas y mi triste caída en la evidente trampa de haber pensado: "toda poesía es, en sí, amorosa". Tuve 15 años, y me leí reinventando mi propio Neftalí, tal vez con 17 o 21 poemas; era incierto. Tomé una pluma, y mi primera obra maestra tuvo un halo de mediocridad que todavía ronda mi sombra.

Yo te nombro,
Cada mañana el despertar sin conocerte aún,
Pronuncio cada una de las letras de tu nombre,
Que no sé si me es dado o si lo busco.
Escudriño cada una de las formas,
Aquellas formas en que te imagino,
Siempre libre y fugaz,
Como el cometa,
Que sólo cruza el cielo para prolongar su estela.
Esperaré pacientemente,
Como espera la noche a la mañana,
A que me permitas cruzar esa frontera,
Que delimita los afectos de tu vida,
Al terminar con esa espera,
Andaré los senderos que conforman tu alma,
Hasta encontrar ese camino,
Que me permita finalmente,
Despertar ese amor que tristemente aguardas...

Y se hizo mi aventura poética, contaminada de adverbios, con pésimas analogías y anáforas prescindibles.
Hoy, comencé preguntándome por mi talento y concluí en mi incompetencia. No he cambiado realmente desde mi encuentro con Pablito, salvo que me hizo falta la virtud para desentrañar un amor dubitativo.

Ahora, sigo pensando en amor y poesía, leo a Ceslaw Milosz y recito: "Mi voz siempre careció de plenitud, me gustaría dar una acción de gracias diferente".

Hoy, se cumplen seis años de inconstancia, de irreverencia, de vulgaridad. Seis años siendo cada día más irritante, de un profundo repudio por los siglos de Oro. De haber escrito mi primer poema, y de ser además un mal poeta.

No hay comentarios: