Azoro

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Igual los libros que las coladeras...

domingo, 25 de mayo de 2008

Con los ojos pesados por el sueño...

La escritura amorosa es, a mi parecer, una de las más socorridas a lo largo de las literaturas. Cuestionarla conlleva algunas implicaciones.
El planteamiento de un discurso amoroso puede desplegarse desde las palabras que el "escritor" elije para expresar aquello que "siente". Sin embargo, ese sentimiento no puede alojarse en su escritura. Según Roland Barthes, la imposibilidad de la escritura amorosa estriba en su ilusión de expresividad, una contingencia engañosa en torno a los efectos del lenguaje. Considerar cada palabra empequeñecida en razón de la magnitud de lo que se quiere decir supone, para el enamorado, el desafío último al imaginario amorso. Al intentar desbordar por cada poro de la página el oleaje de sus deseos, el amante araña significados usulmente infértiles. Jorge Luis Borges afirmó en su Arte poética que los libros son sólo ocasiones para la poesía. ¿Puede la poesía (visitante ocasional de las editoriales), en su condensación, convertirse en guarida de quien ama?

lunes, 19 de mayo de 2008

De lunes todo el año...

Últimamente, mientras paseo por ciertas calles, me encuentro con los recovecos citadinos. Espacios donde lo inherte se alza inmemorable. Pequeñas máculas que saltan a la vista, islas sitiadas por colores.

Mis desencuentros, en cambio, oscilan por las avenidas. Cuando mis pasos no se alargan y el segundero me derrumba. Es cierto, los pies han sido mi vínculo visible con la tierra.
Del cielo no sé que decir, en las ciudades, me es imposible despegar la vista de los muros.

Ars poética.

Yo nunca tuve anhelos
de motorización,
es más, nunca pedí a mis padres
un vehículo,
hasta la bicibleta me aburría,
me limité a mis pies,
a mi sentido del cansancio.
Nunca he viajado rápido,
pero he viajado,
mis huesos cambian de dolor
cada cien metros
y nadie sabe como yo qué es un kilómetro.

(Fabio Morábito, De lunes todo el año)