I
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón y es tan difícil
este resuello,
tú me entiendes: asma
es amor.
Rojas, Gonzalo, Asma es amor.
II
5 (Retrato hablado de la fiera)
Debe el amor vencer,
vencerlo todo.
La muerte y la cursilería.
Vence a los leones locos el amor,
lo vence todo.
La sintaxis,
los corchos apretados,
el tránsito y las úlceras.
Y vence la desgracia del ratón sin muelas,
la miseria del diente sin castores,
la del castor y el diente sin carpintería.
Todo lo vence, compañeros,
vence a la muerte, ciudadanos,
porque es la muerte él mismo.
Eduardo Lizalde, El tigre en la casa.
III
Extiendes horizonte
y marchas
Sabes que cada paso
aligera tu sombra
Piensas en los pájaros
que de pronto
Inesperados
Dan a los techos
su fracción de cielo
¿Cómo viven las aves la distancia?
Andrés Avelino Herrera Sánchez, Cuaderno de viajes.
lunes, 8 de diciembre de 2008
martes, 1 de julio de 2008
Es difícil precisar el momento de una cosa...
Tus ojos siguen
el bosquejo
(Pincel atento
al punto de la espera)
Tienden su vista
a la deriva
(Lienzo
Ocaso donde
mundos sin nombre
vierten su impaciencia)
Fijan de pronto
una presencia
(Trazo en que
son posibles
las fronteras)
Brota la noche
Algunos claros
La soledas asoma interminable
el bosquejo
(Pincel atento
al punto de la espera)
Tienden su vista
a la deriva
(Lienzo
Ocaso donde
mundos sin nombre
vierten su impaciencia)
Fijan de pronto
una presencia
(Trazo en que
son posibles
las fronteras)
Brota la noche
Algunos claros
La soledas asoma interminable
lunes, 9 de junio de 2008
Si, por pensar soy, es infinita mi soledad.
Esto sería más que memoria:
Viajar entre baúles
sin los retrasos y los cementerios
De un párpado a otro
Toda la fé/ Toda la furia
Y la falalidad que avanza
en un cuarto ceniza...
Las manos
los pies lluviosos
que pasan con el aire
Cuerpo marea
Cuerpo de mar descalzo en la garganta
Viajar entre baúles
sin los retrasos y los cementerios
De un párpado a otro
Toda la fé/ Toda la furia
Y la falalidad que avanza
en un cuarto ceniza...
Las manos
los pies lluviosos
que pasan con el aire
Cuerpo marea
Cuerpo de mar descalzo en la garganta
domingo, 25 de mayo de 2008
Con los ojos pesados por el sueño...
La escritura amorosa es, a mi parecer, una de las más socorridas a lo largo de las literaturas. Cuestionarla conlleva algunas implicaciones.
El planteamiento de un discurso amoroso puede desplegarse desde las palabras que el "escritor" elije para expresar aquello que "siente". Sin embargo, ese sentimiento no puede alojarse en su escritura. Según Roland Barthes, la imposibilidad de la escritura amorosa estriba en su ilusión de expresividad, una contingencia engañosa en torno a los efectos del lenguaje. Considerar cada palabra empequeñecida en razón de la magnitud de lo que se quiere decir supone, para el enamorado, el desafío último al imaginario amorso. Al intentar desbordar por cada poro de la página el oleaje de sus deseos, el amante araña significados usulmente infértiles. Jorge Luis Borges afirmó en su Arte poética que los libros son sólo ocasiones para la poesía. ¿Puede la poesía (visitante ocasional de las editoriales), en su condensación, convertirse en guarida de quien ama?
El planteamiento de un discurso amoroso puede desplegarse desde las palabras que el "escritor" elije para expresar aquello que "siente". Sin embargo, ese sentimiento no puede alojarse en su escritura. Según Roland Barthes, la imposibilidad de la escritura amorosa estriba en su ilusión de expresividad, una contingencia engañosa en torno a los efectos del lenguaje. Considerar cada palabra empequeñecida en razón de la magnitud de lo que se quiere decir supone, para el enamorado, el desafío último al imaginario amorso. Al intentar desbordar por cada poro de la página el oleaje de sus deseos, el amante araña significados usulmente infértiles. Jorge Luis Borges afirmó en su Arte poética que los libros son sólo ocasiones para la poesía. ¿Puede la poesía (visitante ocasional de las editoriales), en su condensación, convertirse en guarida de quien ama?
lunes, 19 de mayo de 2008
De lunes todo el año...
Últimamente, mientras paseo por ciertas calles, me encuentro con los recovecos citadinos. Espacios donde lo inherte se alza inmemorable. Pequeñas máculas que saltan a la vista, islas sitiadas por colores.
Mis desencuentros, en cambio, oscilan por las avenidas. Cuando mis pasos no se alargan y el segundero me derrumba. Es cierto, los pies han sido mi vínculo visible con la tierra.
Del cielo no sé que decir, en las ciudades, me es imposible despegar la vista de los muros.
Ars poética.
Yo nunca tuve anhelos
de motorización,
es más, nunca pedí a mis padres
un vehículo,
hasta la bicibleta me aburría,
me limité a mis pies,
a mi sentido del cansancio.
Nunca he viajado rápido,
pero he viajado,
mis huesos cambian de dolor
cada cien metros
y nadie sabe como yo qué es un kilómetro.
(Fabio Morábito, De lunes todo el año)
Mis desencuentros, en cambio, oscilan por las avenidas. Cuando mis pasos no se alargan y el segundero me derrumba. Es cierto, los pies han sido mi vínculo visible con la tierra.
Del cielo no sé que decir, en las ciudades, me es imposible despegar la vista de los muros.
Ars poética.
Yo nunca tuve anhelos
de motorización,
es más, nunca pedí a mis padres
un vehículo,
hasta la bicibleta me aburría,
me limité a mis pies,
a mi sentido del cansancio.
Nunca he viajado rápido,
pero he viajado,
mis huesos cambian de dolor
cada cien metros
y nadie sabe como yo qué es un kilómetro.
(Fabio Morábito, De lunes todo el año)
sábado, 12 de abril de 2008
...el sagrado instinto de no tener teorías... (Poética íntimísima)
La escritura entraña, indudablemente, vasta cantidad de preguntas para quien la ejerce. Desde el misterio de un espacio aparentemente vacío, hasta el eco que llega de las letras desbordantes.
(El libro, me decía un sabio por el que siento sincero respeto,
encierra un rostro al que, al escribir,
atribuimos sus arrugas.
"El más antiguo libro es la más pura cara.
Y añadía: "No pienses que el libro, que tampoco está excento
de enfermedades, desaparece con el libro. Muere únicamente
en su filigrana. Y sabemos que a nosotros corresponde ir a buscarlo
más allá, donde nos restituye nuestro universo escrito".
También decía: "El lago está en la cumbre de todo poderío,
pues domeña los reflejos que le obsesionan. LO MISMO EL LIBRO,
CUANDO SE HACE OÍR, BEBER".)
Edmond Jabés, El Libro de las preguntas Vol II.
Hallé, en alguna de las tantas facetas de Octavio Paz, una gran simetría de mascaradas: al primer escritor le corresponde la elaboración del poema (texto), pero es el segundo escritor al que le corresponde la fatiga de revisar lo escrito y demolerlo.
("Pensar, incluso así, es actuar. Sólo en el devaneo absoluto,
donde no interviene nada activo, donde por fin hasta nuestra
conciencia de nosotros mismos se atolla en un lodo -SÓLO AHÍ,
EN ESE TIBIO Y HÚMEDO NO-SER, la renuncia a la acción
puede lograrse competentemente.
No querer comprender, no analizar... Verse como se ve
la naturaleza; mirar sus impresiones como se mira
un campo- en eso consiste la sabiduría.")
Fernando Pessoa, Libro del desasociego.
Entonces, cuando anochece el umbral de lo escrito; la pluma se levanta indecisa con afán de llenarlo todo. ¿Esto querría decir que la escritura es inmediata, fija, fosilizada? ¿Querría decir que la escritura cerca su perímetro?
("La realidad que revela la poesía y que aparece detrás del lenguaje
-esa realidad visible sólo por la anulación del lenguaje en que consiste
la operación poética- es literalmente insoportable y enloquecedora.
Al mismo tiempo, sin la visión de esa realidad ni el hombre es hombre
ni el lenguaje es lenguaje. La poesía nos alimenta y nos aniquila, nos da la
palabra y nos condena al silencio. Es la percepción NECESARIAMENTE
MOMENTÁNEA (no resistiríamos más) del mundo sin medida que un día
abandonamos y al que volvemos al morir.")
Octavio Paz, El mono gramático.
La herida que no cesa, la interrogante en la garganta, son muestra del pequeño espectro en que mi obra inventa la manera de fugarse de sí misma -y de mí mismo-.
(El libro, me decía un sabio por el que siento sincero respeto,
encierra un rostro al que, al escribir,
atribuimos sus arrugas.
"El más antiguo libro es la más pura cara.
Y añadía: "No pienses que el libro, que tampoco está excento
de enfermedades, desaparece con el libro. Muere únicamente
en su filigrana. Y sabemos que a nosotros corresponde ir a buscarlo
más allá, donde nos restituye nuestro universo escrito".
También decía: "El lago está en la cumbre de todo poderío,
pues domeña los reflejos que le obsesionan. LO MISMO EL LIBRO,
CUANDO SE HACE OÍR, BEBER".)
Edmond Jabés, El Libro de las preguntas Vol II.
Hallé, en alguna de las tantas facetas de Octavio Paz, una gran simetría de mascaradas: al primer escritor le corresponde la elaboración del poema (texto), pero es el segundo escritor al que le corresponde la fatiga de revisar lo escrito y demolerlo.
("Pensar, incluso así, es actuar. Sólo en el devaneo absoluto,
donde no interviene nada activo, donde por fin hasta nuestra
conciencia de nosotros mismos se atolla en un lodo -SÓLO AHÍ,
EN ESE TIBIO Y HÚMEDO NO-SER, la renuncia a la acción
puede lograrse competentemente.
No querer comprender, no analizar... Verse como se ve
la naturaleza; mirar sus impresiones como se mira
un campo- en eso consiste la sabiduría.")
Fernando Pessoa, Libro del desasociego.
Entonces, cuando anochece el umbral de lo escrito; la pluma se levanta indecisa con afán de llenarlo todo. ¿Esto querría decir que la escritura es inmediata, fija, fosilizada? ¿Querría decir que la escritura cerca su perímetro?
("La realidad que revela la poesía y que aparece detrás del lenguaje
-esa realidad visible sólo por la anulación del lenguaje en que consiste
la operación poética- es literalmente insoportable y enloquecedora.
Al mismo tiempo, sin la visión de esa realidad ni el hombre es hombre
ni el lenguaje es lenguaje. La poesía nos alimenta y nos aniquila, nos da la
palabra y nos condena al silencio. Es la percepción NECESARIAMENTE
MOMENTÁNEA (no resistiríamos más) del mundo sin medida que un día
abandonamos y al que volvemos al morir.")
Octavio Paz, El mono gramático.
La herida que no cesa, la interrogante en la garganta, son muestra del pequeño espectro en que mi obra inventa la manera de fugarse de sí misma -y de mí mismo-.
lunes, 7 de abril de 2008
De vuelta...
Han trancurrido aproximadamente 186 días desde mi último texto en esta suerte de despojo. Debo confesar que de ahora en adelante mi dinámica será un tanto diferente.
He dejado de ser el otro (o el mismo); y tanta impresición me dió la facultad de oleaje.
Mi labor próxima consiste, en volver mi ensueño de paseante al jardín melancólico, de seda. Mis días nublados en los ojos del suelo. En dar tiempo a mi muerte y que aprenda a morir.
He dejado de ser el otro (o el mismo); y tanta impresición me dió la facultad de oleaje.
Mi labor próxima consiste, en volver mi ensueño de paseante al jardín melancólico, de seda. Mis días nublados en los ojos del suelo. En dar tiempo a mi muerte y que aprenda a morir.
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